Todos los padres nos enorgullecemos de que nuestros hijos empiecen a caminar y pocos damos importancia al hecho de que gateen, paso que se considera un mero trámite.
Sin embargo, el gateo representa un gran salto en el proceso evolutivo del bebé, ya que se trata de un movimiento armónico, sincronizado y simétrico, que requiere del trabajo en equipo de los dos hemisferios cerebrales para coordinar los movimientos de la parte derecha e izquierda del cuerpo.
Una curiosidad a este respecto es que cada vez hay menos niños que gatean y lo que hacen es arrastrarse de manera normalmente asimétrica, dejando una pierna atrás y adelantando la otra o cosas similares.
A mí me preocupaba que mi hijo no gateara, por mucho que le estimulara, porque sabía de los beneficios a nivel psicomotriz que tiene el gateo. Pero no os preocupéis, incluso después de haber aprendido a andar, a manera de juego, terminan gateando.
Además en las escuelas infantiles cada vez se le da más importancia y se hacen muchos ejercicios para que tarde o temprano nuestros hijos gateen.
Hay deportistas que gatean después de competir para evitar lipotimias y recuperarse más deprisa, porque aumenta en flujo de sangre y oxígeno al cerebro.
Se favorece la función digestiva y el movimiento peristáltico de los intestinos gracias a alternar los brazos y piernas contrarios.
Libera las tensiones de la espalda por la postura erguida.
Tonifica y fortalece toda la musculatura de la columna, corrigiendo descompensaciones musculares y vicios posturales.
Mejora la elasticidad de tobillos y manos.
Tonifica y fortalece las cinturas escapular y pélvica, así como brazos, piernas y todas las articulaciones que los componen.
Tonifica y aumenta la resistencia cardiovascular.
Se recomienda gatear a las embarazadas de más de 37 semanas cuando el bebé todavía no se ha colocado cabeza abajo para más tarde encajarse.
A mí me lo recomendó mi queridísima ginecóloga y funcionó, con 3 días haciendo un par de prácticas de 5 minutos, mi niño se dió la vuelta.
Con el movimiento de la cadera al gatear se abren los huesos de la pelvis permitiendo un mejor movimiento y giro a nuestro bebé.
Nuestras rodillas ya son muy duras para esta práctica y molestan al ratito de estar gateando, pero esto lo podemos mejorar si gateamos sobre arena, césped o una colchoneta fina, por ejemplo las aislantes de camping, en yoga o pilates.
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Sí se demuestra podría ser una gran ejercicio.