El huevo ha estado desde siempre en nuestra dieta cotidiana y forma parte esencial de diversos platos por su riqueza nutritiva y su versatilidad.
Se le ha criticado mucho por su contenido en colesterol, pero son tantas las propiedades beneficiosas que merece la pena su consumo de una manera responsable si hubiera necesidad.
Al fin y al cabo, sería el reservorio de alimento que garantizaría la vida del ave que debería albergar.
Los huevos aportan proteínas de primerísima calidad, así como aminoácidos esenciales.
Es rico en calcio, hierro, cinc, vitaminas A, D y E.
Posee también antioxidantes como la zeaxantina, que contribuye a prevenir la degeneración macular, y aporta colina, esencial para la formación del cerebro, algo básico en el embarazo y la infancia.
Hoy en día hay muchos estudios que confirman que son las grasas saturadas y no el colesterol alimentario lo que realmente influye sobre el colesterol sanguíneo.
La grasa de la carne o del queso sería desde ese punto de vista más perjudicial que la del huevo.
No hay que obsesionarse por tanto con su consumo ni, por supuesto, excluirlo de nuestra dieta.
Una persona adulta y sana puede tomar casi 1 huevo al día, considerando que también hay huevo en tartas, bizcochos, salsas, rebozados, etc.
En personas con problemas cardiovasculares o hipercolesterolemia, conviene reducir la ingesta a 2 ó 4 semanales.
Un niño en edad escolar tiene suficiente con 3 ó 4 semanales y los más pequeños con 2 ó 3.
La carne y el marisco son mejor fuente de hierro, pero el huevo también tiene buena cantidad. Para facilitar su absorción se recomienda combinarlo con alimentos ricos en vitamina C, como espinacas, tomate, pimiento, etc.
Las proteínas del huevo son de mejor calidad pero no tiene otros elementos importantes como el Omega 3 del pescado azul. Por eso es ideal una dieta variada y equilibrada.
Es importante verificar que la cáscara no tenga fisuras y esté limpia.
El los huevos ecológicos el código que llevan empieza por 0 y los camperos por 1. Ambos proceden de gallinas que viven en un entorno más natural.
Debe haber una fecha de consumo preferente y, aunque no es obligatorio que esté en frío, sí debe estar en un lugar fresco.
Si se conserva en la nevera, una vez adquirido puede llegar a durar entre 10 y 14 días.
Se sabe que un huevo es poco fresco porque la clara es poco densa y la yema con poca consistencia. La clara tiende a expandirse. El huevo fresco tiene una yema protuberante y una clara espesa. Es imprescindible de todas maneras comprobar la fecha de consumo preferente.
El huevo crudo tiene antinutrientes activos que disminuyen la dosis de vitamina B1 disponible.
También posee un inhibidor de la proteasa que empeora la absorción de proteínas.
Lo más recomendable es consumirlos cocidos.
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