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Hoy en día lo podemos encontrar casi en cualquier supermercado, en la sección de los yogures, el kéfir listo para tomar, pero realmente para aprovechar sus propiedades lo máximo posible, deberíamos tener el hongo el casa y prepararlo diariamente.
Existen varios tipos de kéfir; el kéfir de leche, el kéfir de agua y el kombucha o kéfir de té. Me gustaría de momento hablaros del de leche, puesto que es, bajo mi punto de vista el más completo en cuanto a nutrientes.
El nódulo del que obtenemos el kéfir tiene una apariencia entre granos de arroz apelmazados, ramilletes de coliflor, esponjas de mar, es un tanto particular. Tiene un color similar al de la leche y, recién lavado, un olor neutro. En cambio, cuando está en plena elaboración, unido a la leche, desprende un aroma ácido propio de las fermentaciones.
Los gránulos no forman un todo compacto, sino un conjunto de pequeñas partículas que a veces se desgajan entre sí y se rompen, como en la foto de la cabecera. Si algún nodulito cayera en la leche, no pasa nada si nos lo bebemos por accidente.
Para saber si están en buen estado hay que observar que tengan un aspecto terso y un aroma ácido pero agradable. Si se sospechara que pudieran estar en mal estado, se pueden intentar recuperar, realizando el proceso normal, como si fuéramos a consumirlo, que explicaré más adelante.
Por ese aspecto gelatinoso y como de monstruo de ciencia ficción parece algo poco apetecible, pero el kéfir esta compuesto de cosas muy mundanas que ya comemos en muchos alimentos:
Se necesitan los nódulos, que se pueden conseguir a través de alguien que conozcamos, buscando una red de gente que lo vaya repartiendo, preguntando en nuestro herbolario, etc. Debería ser que no nos cobraran por el hongo, no debe ser un acto comercial.
Y se necesita la leche. Mejor si fuera fresca, pero podemos utilizar, para unas mejores propiedades, alguna de ganadería ecológica que podemos encontrar ya también en casi todos los supermercados.
Los utensilios: un recipiente y un colador. Mejor que no sean de aluminio ni plástico.
Al principio bastará con una cantidad pequeña de nódulos, como una cucharada sopera, y un cuarto de litro de leche. Los nódulos suelen crecer bastante deprisa. Luego iremos variando las cantidades dependiendo de si lo queremos más o menos espeso.
Verter la leche a temperatura ambiente en un recipiente de cristal que se pueda cerrar. Añadir los nódulos de kéfir. Tapar y dejar reposar.
Es aconsejable preservarlo del exceso de frío o de calor. Si se cuela a las 24 horas, tendrá un ligero efecto laxante. Si se cuela a las 36 horas, tendrá un efecto más astringente. A continuación, volver a introducir el hongo en leche nueva. Es conveniente lavar con agua el nódulo y el frasco una vez por semana como mínimo.
Creo que voy a reactivar los nódulos que tengo congelados ;-). En otro artículo os explicaré cómo se puede conservar y reactivar el kéfir.
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Hola tengo un problema con mi kéfir, los deshidrate porque me fui de vacaciones y al volver a usarlos hice los pasos que leí y los primeros días tiro la leche el tercer o cuarto día sale barbaro para tomar y después de tres dias mas se arruina y se forma como un chicle y los hongos se oscurecen. Me paso con todos los que deshidrate.Me gustaria si me podrian ayudar de lo contrario me quedaria sin ninguno.Muchas gracias .NORA
Hola Mónica, necesito saber si el yogurt de kefir se podría hacer con leche vegetal de avena, que es la que actualmente consumo, yo la hago casera, con semillas de sésamo y miel. Gracias.