Antiguamente tomar el sol era un acto terapéutico, por ejemplo era muy eficiente en caso de tuberculosis y raquitismo.
A pesar de vivir en un país con gran número de horas de sol al año en los últimos años se ha detectado un déficit creciente de vitamina D en la población general, especialmente en mujeres.
En realidad, salvo periodos estivales cortos, la exposición de la piel al sol es escasa. Estamos expuestos la mayor parte del día a luz artificial que contiene únicamente un rango muy restringido del espectro solar, y cuando salimos a la calle nos cubrimos con gafas de sol y cremas solares que bloquean los rayos UVA esto hay que añadir frecuentemente una dieta pobre en vitamina D.
La luz del sol estimula la transformación de provitamina D a vitamina D en la piel. La vitamina D se forma a partir de dos provitaminas: la provitamina D3 (7-deshidrocolesterol), de origen animal y la provitamina D2 (ergosterol), de origen vegetal. Las radiaciones ultravioletas de la luz del sol que recibimos en la piel, transforman estas provitaminas en colecalciferol (vitamina D3) y ergocalciferol (vitamina D2) respectivamente. Estas, se transforman en él y posteriormente en el riñón, que es el producto más activo de la vitamina D.
Muy pocos alimentos contienen vitamina D de manera natural. En consecuencia, muchos alimentos son enriquecidos con esta vitamina. Aún así la contienen: pescados azules como atún, salmón y caballa, hígado, champiñones, queso, lácteos, aceite de hígado de bacalao y yema de huevo.
Un exceso de vitamina D puede hacer que los intestinos absorban demasiado calcio, lo cual puede provocar niveles altos de este mineral en la sangre y esto puede conllevar:
La toxicidad de la vitamina D casi siempre ocurre por el uso de demasiados suplementos. Por ello la Junta de Nutrición y Alimentos del Instituto de Medicina estableció un nivel máximo de ingesta tolerable de 4,000 UI/día (100 mcg/día) para todos los adultos. La exposición al sol es poco probable que resulte en hipervitaminosis D al igual que la ingesta de los alimentos con contenido de vitamina D incorporado con la dieta, a no ser que se ingieran cantidades excesivas de aceite de pescados.
Tomar el sol o pasear 15-20 minutos bajo él, no en horas intensas, activa mecanismos que pueden llegar a prevenir la aparición y desarrollo tumoral.
Estudios realizados han concluido que la deficiencia de vitamina D durante el embarazo incrementa el riesgo de autismo en los niños. También es esencial que los niveles de vitamina D de la madre se mantengan en un nivel óptimo durante el periodo de lactancia.
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Me ha encantado, super completo. Yo suelo recomendar a mis mamis pasear con los peques unos 15 minutos sin protector solar, en verano antes de las 10h o después de las 18:30h,y en invierno antes de las 11h o después de las 17h, para mantener unos niveles óptimos de vitamina D. Besicos!!
Muchas gracias Teresa :-)
Tendré en cuenta estas horas con mis peques.
Un besote.