Entre los mayas y aztecas, la chía era uno de los alimentos básicos.
La planta de la chía crece cada año en verano y es originaria de las áreas montañosas del sudoeste de México, en donde era un importante alimento medicina.
Los mayas y aztecas la usaban como alimento pero también en ungüentos cosméticos y preparados medicinales.
Hoy sabemos la importancia de los ácidos grasos esenciales para nuestra salud.
La cuestión está en que el contenido de ácidos grasos omega 3 en nuestra alimentación es muy bajo, sobre todo cuando no se quiere abusar de las algas y el aceite de pescado.
Como fuente vegetal carente de colesterol nocivo conocemos ya el lino y ahora la chía. Ambos contienen la mayor concentración de ácido grado a-linolénico conocida hasta la fecha.
Las semillas de chía representan la fuente vegetal con más alta concentración de Omega 3: poseen un 33% de aceite (62% ácido linolénico y 20% linoleico)
Además, considerada la planta en su conjunto, resalta su excelente poder integrador alimentario.
Las semillas de chía son muy ricas en flavonoides y contienen vitaminas del grupo B, con lo que se evitan las vitaminas antioxidantes artificiales, muy poco convenientes porque anulan determinados efectos protectores cardiovasculares.
Aunque posee ese porcentaje tan alto de aceite, la harina de chía no se enrancia y se puede almacenar durante mucho tiempo. Esto demuestra su riqueza en antioxidantes.
Contiene una buena dosis de proteína (23%).
Es muy rica en calcio, hierro, magnesio, potasio, fósforo, zinc y manganeso. Y es muy pobre en sodio.
No contiene gluten y sí contiene un 27% de fibra soluble, que ayuda a que no se dispare el índice de glucosa en sangre y reduce la absorción de colesterol nocivo.
Ya se puede encontrar en algunos sitios aceite de chía, que se procesa en frío, harina de chía y semillas, que pueden utilizarse como legumbre o como cualquier otra semilla.
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Enfatizo el concepto de ralentizar la digestibilidad de los hidratos de carbono (azucares), que se traduce en la reducción de la sensación de hambre, con lo cual se podría dar por superado la pandemia de la OBESIDAD, lamentablemente el obeso es un enfermo cuyo poder de raciocinio queda obnuvilado a la hora de introducir un bocado. No encuentro información satisfactoria en lo concerniente a antioxidantes y fosfolipidos, valdría la pena que se hagan comparaciones con otros productos nutraceuticos o funcionales como son la quinua, el sacha inchi o el krill. GRACIAS.