El síndrome de fatiga crónica también llamado encefalomielitis miálgica (EM), síndrome similar a la mononucleosis crónica o síndrome VEB crónico.
Es un trastorno definido recientemente que describe diferentes combinaciones de síntomas, como dolores de garganta recurrentes, fiebre moderada, inflamación de los ganglios linfáticos, cefalea, dolores musculares y de las articulaciones, molestias intestinales, tensión emocional o depresión e incapacidad para concentrarse.
No se conoce la causa aún, aunque se cree que se debe a una infección crónica del virus de Epstein-Barr (VEB). El síndrome de fatiga crónica puede durar durante meses o años y parece que su incidencia va en aumento.
Este virus es uno de los virus del grupo herpes, en el que se incluyen los virus tipo 1 y 2 del Herpes simplex, el virus de Varicella Zoster, el citomegalovirus y el virus de la seudorrabia. Una característica común de estos virus es su capacidad para establecer una infección prolongada después de la infección inicial, dicha infección se mantiene controlada si existe un sistema inmune normal, pero cuando se encuentra comprometido pueden activarse a medida que aumenta la replicación vírica y la diseminación, provocando una reducción de la energía vital.
Esta infección es muy conocida y la mayoría de los adultos tienen anticuerpo en sangre de este virus, indicando infección antigua. Si esta infección se produce en la niñez suele ser asintomática, pero si es en la adolescencia o la madurez no es así.
Aún así como no se conoce exactamente la causa o causas debemos fijarnos en los síntomas.
Debemos aumentar la resistencia mediante la mejora de la salud y la mejorar de inmunidad, teniendo en cuenta tres puntos: la destoxificación, tratamiento de apoyo y estimulación de las defensas.
La destoxificación, debemos limpiar el organismo eliminando los productos tóxicos que entorpecen el buen funcionamiento, la salud y la vitalidad; radicales libres, aditivos, metales pesados, fármacos, etc. Por ello debemos estimular los órganos excretores como el riñón, hígado, intestino,, sistema linfático, piel, pulmón, etc.
El Soporte al sistema inmunológico, a través de un dieta adecuada (alimentos sin procesar, frescos, ricos en fibra, pobres en grasas saturadas, etc.), beber al menos de 8-10 vasos al día, realizar ejercicio moderado, ejercicios de respiración, reflexión, disfrute y unas 8 horas de sueño diario.
También nos podemos ayudar con un complemento de vitaminas y minerales completo, aunque no han de faltar las vitaminas del grupo B y minerales como zinc, selenio, cromo y manganeso.
Aumentar la actividad del sistema inmunológico, como el betacaroteno, vitamina C, Zinc, sello de oro, equinácea, raíz de regaliz, uña de gato, raíz de astragalus, y varios hongos en el mundo de la micoterapia (reishi, maitake y shitake).
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