Nos empeñamos muchas veces en encontrar nuestra dieta ideal para perder peso, pero se nos olvida que lo importante es aprender a comer para no ganar kilos de más y, sobre todo, para favorecer nuestra salud.
Vivimos en un país mediterráneo donde la misma tierra nos ofrece buenos ingredientes para llevar una alimentación adecuada a nuestro ritmo y nuestras necesidades.
La dieta mediterránea
La dieta mediterránea, más que una dieta en sí o un régimen alimenticio, es un modo de vivir y alimentarse, aprovechando los productos cuanto más locales mejor o si no, por lo menos, nacionales.
Dentro de su filosofía entran también las recetas y formas de cocinar, las celebraciones y tradiciones de cada lugar y la práctica de ejercicio moderado pero diario.
Recomendaciones de la dieta mediterránea
- La principal grasa de nuestras recetas debe ser el aceite de oliva virgen extra, rico en vitamina E, betacarotenos y ácidos grasos monoinsaturados, muy beneficiosos para el corazón.
- Es fundamental consumir 5 raciones de fruta y verdura frescas, fuente principal de vitaminas y minerales, además de contener una parte importante de agua. Su alto contenido en antioxidantes y fibra le otorga un poder preventivo sobre enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
- Consumir diariamente hidratos de carbono procedentes de los cereales integrales, en forma de panes, arroces, pastas. Son una fuente importante de energía para nuestra actividad diaria.
- Debemos tomar alimentos poco procesados, frescos y de temporada, para que conserven todas sus propiedades y contengan la menor cantidad posible de aditivos y conservantes. Al igual que frutos secos, setas y hongos, entre otras cosas.
- Consumo diario de lácteos, con preferencia sobre el yogur y el queso. Tienen un alto valor biológico gracias a sus proteínas, minerales (fósforo, calcio) y vitaminas. Las leches fermentadas (kéfir, yogur) benefician mucho a nuestra flora intestinal.
- Se recomienda el uso moderado y en pequeñas cantidades de carnes rojas, mejor formando parte de otros platos y guisos de verdura y cereales.
- Consumir bastante pescado, sobre todo azul por sus ácidos grasos esenciales y su proteína de alta calidad, y huevos 3 ó 4 veces a la semana.
- La fruta debe ser el postre por excelencia y los dulces solo de forma ocasional. La fruta fresca también debe formar parte importante en nuestros tentempiés, desayunos y meriendas.
- La bebida principal debe ser el agua, tan necesaria para nuestras funciones vitales, y se puede consumir con moderación el vino, que puede tener efectos beneficiosos en el contexto de una dieta sana y equilibrada.
- Realizar cada día algo de ejercicio físico es tan importante como alimentarse bien. Debemos buscar lo más adecuado a nuestras capacidades para sentirnos cómodos y que forme parte en nuestras rutinas.
La dieta mediterránea, por su consumo de productos locales, se considera una práctica ecológica y sostenible.