Cuando padecemos una situación depresiva o “bajón” emocional, un estado anímico con falta de energía, desmotivación, etc. se da por conflictos emocionales que bloquean la capacidad de la persona y cómo los asume y por una falta de fluidez energética que hace que la persona no pueda afrontar problemas y bloqueos energéticos. Por nuestro cuerpo pasa energía y hace que podamos funcionar. Si la energía no fluye bien no podemos desenvolvernos.
Cuando consumimos azúcar refinado, gran cantidad de vitaminas del grupo B y minerales tenemos que coger de nuestras reservas para poder digerirlo y esto provoca una disfunción en los tejidos (cerebro, riñones y huesos) y en los órganos donde los “robamos”, no dejando que circule bien la energía. Todo esto hace que la persona caiga en falta de energía, vitalidad y tono.
Además cuando se absorbe las moléculas de glucosa a nivel intestinal, el azúcar entra en sangre y produce una subida brusca de glucosa y el cuerpo ante esto segrega gran cantidad de insulina para poder transportar esa glucosa a las células y esto tiene un efecto rebote produciendo hipoglucemias. Siempre hay bajadas y subidas de azúcar pero debemos evitar picos bruscos de ambas situaciones.
Si comenzamos a observarnos, cuando estamos bajos de humor tomamos un café con azúcar, refresco azucarado, bollo, etc. Con esto al principio tienes un subidón, pero en realidad estás empeorando la situación porque a la hora aproximada volveremos a tener un bajón de azúcar y volveremos a tener la necesidad de consumir azúcar, es un círculo vicioso. Con esto conseguiremos además subidas y bajadas energéticas y emocionales. Cuanto más continuo y brusco sea el consumo de azúcar, más se nota su efecto dispersante y depresor.
Pues es muy curioso, pero se ha comprobado que el consumo de azúcar refinado de forma no equilibrada es perjudicial para la creatividad y la inseguridad.
Esto no quiere decir que todos los bajones emocionales o depresiones se deban a un consumo excesivo de azúcar pero si es una gran ayuda e incluso a veces la causa, dependiendo el caso. Y por ello a nivel alimentario hay que desvincular esa dependencia que se ha creado.
¿Por qué podemos sustituir este azúcar blanco?
Por melazas de cereales, frutas secas, compotas de frutas, cereales cocinados, stevia, sirope de ágave, panela o azúcar integral de caña. Estos alimentos no quiere decir que no suban los niveles de azúcar en sangre, pero sí que las subidas y por tanto las bajadas no son tan bruscas.
Paremos un momento y pensemos, ¿cuánto azúcar, especialmente refinado, estamos consumiendo diariamente?.